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Sin embargo, un filósofo que admiraba mucho a Boecio trató de llamar estos ocho modos con el mismo nombre que los modos griegos. Pensó que así todo el mundo le recordaría para siempre. Pero el relato del círculo mágico era tan increíblemente asombroso, que no se dio cuenta del error de Ixión cuando llamaba Dórico al modo de Re.

Y el lío se armó: durante toda la Edad Media, los músicos estuvieron llamando con los nombres griegos los modos eclesiásticos… Los modos plagales fueron llamados con el prefijo hypo-.

Dicen las viejas leyendas jonsuis que un monje suizo llamado Hucbaldo cambió el nombre a los modos eclesiásticos, que pasaron a ser Protus, Deuterus, Tritus y Tetrardus. Pero seguían siendo los mismos modos que los que Boecio había escritos siglos antes. Las mismas escalas, pero con diferentes nombres.

Pasaron los siglos, y la Historia de la Música entró en el Renacimiento, donde se volvieron a llamar los modos con el nombre griego. Pero un músico español llamado Ramos de Pareja denominó a los modos Hypodórico, Hypofrigio e Hypolidio con tres nombres nuevos: el Eólico, Jónico y Locrio.

Se completaba así el círculo de Ixión.

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